domingo, 20 de marzo de 2011

Jorge Pietra


Vibraciones en el laberinto de la mente
por Mariana Robles
Área de investigación del Museo Caraffa

Exaltación, abandono, sobre todo confianza:
es lo que hace falta para acercarse al infinito.
Henri Michaux

Las pinturas de Jorge Pietra se parecen a una música psicodélica, hecha con vibraciones estridentes de la mirada o con fragmentos alucinados de muchas visiones y emanaciones quiméricas. Cada pintura compone un micro-universo que nos recuerda los avatares de otras épocas. Como sí la conciencia pudiera atravesarlo todo y manifestarse en eclosiones superpuestas de colores y formas. La inversión de la referencia espacial se descompone en desviados puntos de vista, a la deriva del orden establecido. Los entramados del paisaje laberínticos y se reiteran en algunos espejos incandescentes, la perspectiva se fragmenta pero a su vez permanece conectada en los márgenes de una centralidad ausente. Allí, la mirada puede perderse en las retóricas de una arquitectura exquisita y perversa, en un sueño infinito y sin retorno. Lentamente, las conversaciones quedan anuladas y las coordenadas petrificadas de la mente, se derriten en versiones caleidoscópicas de una experiencia sensorial extrema.
En la obra de Pietra la epidermis de la visión eclosiona en corpúsculos habitados, en anatomías abyectas enredadas construcciones siderales. En el horizonte de su obra las cosas parecen flotar o subsistir en una atmósfera circular que nunca se detiene sobre la línea de superficie. También el ojo puede ver más allá de su cuerpo, salirse de sí, evadirse de los propios límites de la corporalidad y volar. La humedad ocular se derrite, se expande y eclosiona. Las sombras vaciadas y los organismos abiertos anuncian las cavernas mentales, las pinturas de la conciencia al borde de los sentidos.
Algunas de las imágenes de Pietra, poseen una cualidad reversible entre el adentro y el afuera: la exterioridad se manifiesta en la concavidad de las cosas y la interioridad se proyecta como un reflejo incesante. Mientras que lo sólido puede ser atravesado y la materia ablandada con el rayo de la percepción. Así, las pinturas son una totalidad, un tumor radiactivo de sus propias visiones.
 

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