Los "muñecos de Mena", conceptualización con que la crítica capitalina de un arte escrito con mayúscula los abordó en primera instancia, transitan el camino de una búsqueda que se desarrolla desde lo anecdótico y descriptivo hacia la economía compositiva y la riqueza expresiva resultante de la síntesis.
Mena desarrolló a principios del siglo XX una escultura muy alejada del horizonte normativo de la belleza artística: la clásica, vigente en la escultura argentina de su época. Tanto en su temática nacionalista de "tierra adentro", en su expresiva y caracterizada iconografía, en la elección de un material cargado de connotaciones regionales como las maderas de guayabí, curupí y palo santo, en el uso del color y las dimensiones, Mena fue, más que un hacedor intuitivo, un artista reflexivo y antiacadémico.
La obra de Mena encarna la superación de la prejuiciosa oposición entre arte y artesanía y da cuenta de un derrotero en el que las estrategias expresivas puestas al servicio de su cosmovisión, asumen progresivamente la factura de una abstracción cubista, como resultado de un ejercicio sintetizador a partir de una observación pormenorizada.
Observación cada vez más existencialista, que al irse despojando de elementos anecdóticos conserva sólo aquellas notas que son imprescindibles a su poética antropológica y a su mensaje, por momentos irónico, por momentos críticos.
Julia Oliva Cúneo
Área de investigación de Museo Caraffa
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